lunes, 28 de enero de 2013

Soliloquio de medianoche

Noche suave de verano, nada inusual la distingue de la pasada. Un silencio sepulcral me inunda a pesar de estar envuelto en el bullicio de la gente. Me mantengo en vela a la espera de algo incierto, la incertidumbre de lo desconocido me impide conciliar el sueño. Tengo la sensación de vivir en un eterno retorno, un bucle temporal imperceptible a los sentidos. Espero impaciente la llamada de mi sino, lleva mucho tiempo ignorándome, es posible que huya de mí por alguna extraña razón que no llego a comprender. Me tomo otra copa y termino por perder la cuenta. Ya no recuerdo bien dónde estoy, me siento perdido, agotado, solo, nada parece tener sentido. Me hablo a mí mismo, pero nadie responde. La más ligera brisa se lleva las palabras pronunciadas por mi mente. El alcohol las retiene ante un cuerpo ausente, impasible, incapaz de sostenerse a sí mismo. La luna hace pasar rápidas las horas, parece burlarse de mi desdicha desde su posición dominante. Como Kutxi, me bebo la razón y me fumo el corazón. Mi alma se desliza sonámbula por el filo de una navaja. Me amenaza la sombra del fracaso, es demasiado poderosa. Levanto la mirada lentamente hacia las estrellas, quizá esté en ellas la respuesta, pero me ciega su resplandor. Los árboles susurran algo que el viento hace llegar hasta mí, sin embargo, su lenguaje me resulta ininteligible. Sigo sin querer saber algo que ya debería conocer desde hace tiempo. Quizá me ciegue un narcisismo inconsciente, no estoy seguro. ¡Piensa, piensa, maldita sea! ¡Un momento! Me quedo impertérrito durante un instante. Siento que el tiempo se detiene, parece haberse sorprendido ante mi hallazgo. Una sonrisa sincera repentina cambia mi semblante y mis ojos se iluminan como nunca antes lo habían hecho. ¡No hay destino, eso es! Ya soy libre para poder descansar sumergido en una confortable placidez, sabiendo que está en mi interior la respuesta que tanto anhelaba, el valor para actuar cuando la diosa Fortuna considere necesario ofrecerme una oportunidad, aceptando lo que acontezca. 


miércoles, 23 de enero de 2013

Nosce te ipsum


Sentir, ante todo sentir. ¿Qué es la vida sin sentimiento? Épica, descubrimiento de tus límites, armonía del ser humano con la naturaleza, liberar la mente de todo pensamiento, expresión de poderío físico evidenciado en unas piernas esculpidas en madera de ébano. Libertad, eso es el ciclismo, una forma de conocerte a ti mismo, por encima del espíritu competitivo. Avanzar, pedalada a pedalada, soportando las inclemencias del tiempo y como único destino el propio camino. Cada gota de sudor derramada, cada mueca de dolor reflejada en el rostro, cada montaña escalada es la expresión del poder de la voluntad del individuo. Es el rey de los deportes, dirigido a una  minoría, a una élite privilegiada. Solos tú, la bicicleta y una carretera incapaz de vislumbrar su final, todo lo demás lo puedes mandar al infierno.

"Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad” Confucio


martes, 22 de enero de 2013

Adelante, alégrame el día



Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado, afirmó Stanley Kubrick. El cine me hizo una oferta que no pude rechazar. Me hizo cuestionarme el porqué de lo agradable del olor a napalm por la mañana. Fue capaz de demostrarme empíricamente la existencia de la belleza absoluta al contemplar a Diane Lane en La ley de la calle.

lunes, 21 de enero de 2013

Un nuevo porvenir


"La moral es lo que hace que cuando se enfrentan los ideales y la vida, triunfe la vida" Friedrich Nietzsche

¿Qué se puede esperar de una especie en la cual la fortaleza se encuentra subyugada a la debilidad y el instinto natural es anulado? El culmen de la decadencia. La oscuridad eterna. Una espiral de frustración sin fin. Una existencia banal. El mayor de los sinsentidos.

viernes, 18 de enero de 2013

Sombras y ceniza


Eso es lo que somos los mortales.Vida y muerte, la primera es a condición de la segunda. Aparecemos con la fugacidad de un fuego capaz de iluminar el horizonte y nos desvanecemos en mitad de la noche, la cual desvela nuestro ocaso. Acude a mi memoria un viejo dicho militar que decía: “Prefiero morir bañado en sangre que bañado entre mi incontinencia urinaria”. Extraña época la nuestra, en la que las personas se empeñan en alargar sus vidas a la espera de la llamada de Dios, o de la nada, sin importar lo desvalido y decrépito de su estado de salud.

El crepúsculo de la tierra de los alisos


El río Esla por el este, el río Manzanas por el oeste, nuestra vecina Portugal al sur y la Sierra de la Culebra que se erige imponente por el norte, marcan los límites de esta tierra poseedora de paisajes de infinita belleza y de grandes historias que terminan por caer presas en los océanos del tiempo. En su aire se respira la tranquilidad y el sosiego que ningún ser humano debería perder nunca. El agua corre alegre por sus arroyos, la cigüeña anuncia la llegada de la primavera que deja atrás sus duros inviernos.

miércoles, 16 de enero de 2013

Sex, drugs & rock n´ roll



Una generación sin objetivos, una generación bailando en las tinieblas, una generación navegando sin rumbo bajo el azote de una tempestad que parece no querer amainar. ¿Acaso cayó en el olvido aquella máxima que rigió la vida de antiguas generaciones, que decía algo así como “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”? Con permiso de Lemmy, claro. Haciéndome esa pregunta llego a una conclusión, hubo una tragedia mayor que la muerte de James Dean, y es la desaparición de su espíritu.
Ya no hay rebeldes sin causa, o con ella. El nuevo siglo nos ha traído un estado de confortable adormecimiento en el que parecemos sentirnos bien, en calma. Vivir despacio, en silencio, en espera de lo inexorable. Vivir sin principios ni motivaciones, sin un ideal que guíe nuestro pedregoso camino, sin reivindicar nuestra existencia.
Y los que aún sentimos, ¿estamos condenados a vivir en una nostalgia autocomplaciente? Antaño, la música inspiraba al corazón más conformista, pero hablando con gran pesar, ya no habrá más bandas ensalzando su generación, cantando poesía sobre escaleras al cielo o haciendo llamamientos desde la veleidosa Londres. Ahora hemos sustituido todo eso por ruido, que crea el ambiente propicio para poder regocijarnos en nuestra decadencia, en nuestro merecido ocaso. Parece ser cierto que la paz y la satisfacción de las necesidades materiales aniquilan el espíritu del joven con más ímpetu. ¿Es siempre necesaria una situación extrema para descubrir nuestra fuerza y vigor?
¿Necesita mi generación un nuevo líder pasional como Churchill pidiendo sangre, sudor y lágrimas, para que no pasemos por el mundo en el anonimato más absoluto? Vivimos en la oscuridad de una noche sin estrellas, sin que en el horizonte se vislumbre la llegada del alba. Llevamos en coma inducido tanto tiempo que si algún día queremos despertar de nuestro letargo quizá sea demasiado tarde.
Nietzsche escribió en cierta ocasión que algunos autores nacen póstumos, en referencia a sí mismo, ¿Es posible que yo haya nacido tardíamente?